Una obra maestra hecha con el corazón y para el corazón
Años después de terminada la guerra mundial, una mujer llega a un pueblecito costero para abrir lo que era la ilusión de su vida y la de su marido muerto prematuramente: una librería. Un pescador, el primer vecino al que le cuenta su idea le dice: “pero si aquí nadie lee”… y lo dice como si hablara del mundo.
Pero a ella, con una ilusión que apenas le cabe en la mirada, no le importa. Quiero hacerlo y está convencida de que sus libros gustarán a pesar de todo, del frío, de las carencias afectivas, de los prejuicios. Porque “entre libros nadie puede sentirse solo”
Y como sucede en la vida, el clima costero se presenta áspero, el frío silba en las viviendas. Y sin embargo todo se suaviza hasta “casi” hacerse entrañable, acogedor en presencia de la buena gente, de esas personas que son ventanas por las que asoman las ganas de vivir. Y la ilusión verdadera “casi” todo lo puede, porque, como dice a la librera un personaje que por ser diferente vive y lee en soledad: “tienes la virtud que sólo comparten dioses y animales… y de la que carecen los humanos: coraje”, como la convicción sincera de hacer las cosas que de verdad se aman, frente a toda adversidad… y en soledad.
Isabel Coixet ha cuidado cada detalle de las luces y de las sombras de este pueblo costero que nos habla del mundo que conocemos, y el resultado es una película muy real, pero a la vez maravillosa y conmovedora. Una obra maestra cargada de emociones, capaz de adentrarse en el corazón, buscar acomodo y hacer que nos acompañe mucho tiempo después… y hablemos de ella.
Vuelo a leer la novela de Penélope Fitzgerald que Coixet adaptó para hacer esta joya que recomiendo… y que podéis disfrutar en las estupendas salas del Séptimo Oficio (Burgocentro)