La gestión desastrosa del Coronavirus por el Banco Mundial y el FMI

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En lugar de suspender los pagos para paliar las consecuencias del Covid-19, El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional aumentan la deuda de los países que dicen ayudar

Autor: Renaud Vivien Fuente El Salto Diario

 El mejor consejo para África es prepararse para lo peor y prepararse para ello desde hoy”. Esta declaración del Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 18 de marzo nos recuerda que el Coronavirus no se olvida del Sur, incluido el continente africano, que es particularmente vulnerable a la pandemia.

 

Ya presente en unos 40 países africanos este 24 de marzo, el virus se está propagando tan rápido que la OMS ya está preocupada por el alto riesgo de saturación de los centros de salud, siendo las mujeres las primeras víctimas. De hecho, las mujeres están particularmente expuestas a epidemias porque ellas son las que se ocupan de los enfermos, tratando de compensar los servicios públicos deficientes o incluso inexistentes en sus países.

EL EFECTO NOCIVO DE LOS PLANES DE AJUSTE ESTRUCTURAL

Lejos de limitarse a la mala gestión del dinero público por parte de las élites locales, la crisis permanente en los servicios sanitarios es el resultado de casi cuarenta años de políticas de ajuste estructural impuestas por el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus intermediarios regionales como el Banco Africano de Desarrollo. Estos grandes proveedores de fondos condicionaron sus préstamos a políticas que han deteriorado los sistemas de sanidad pública, al imponer recortes presupuestarios brutales. La supresión de puestos de trabajo, de camas de hospital, el aumento del precio de los medicamentos, la inversión insuficiente en infraestructura y equipos, las privatizaciones son medidas que los gobiernos de los países deudores han aplicado para pagar la deuda pública.

Sin embargo, esta deuda, cuya legitimidad e incluso legalidad debe ser seriamente cuestionada, no ha disminuido en África como en la mayoría de los demás países del Sur. Entre 2000 y 2017, sus deudas con acreedores extranjeros incluso se duplicaron (según los datos del Banco Mundial disponibles en los informes online de Global Financial Development e International Debt Statistics) teniendo como consecuencia un aumento de la parte de los ingresos públicos dedicada a su pago.

 

LA DEUDA MATA

Más allá de una cuestión de números, la deuda mata. En 46 países clasificados como de “bajos ingresos”, el presupuesto anual asignado al pago de la deuda es mayor que el gasto público en el sector de la salud. En 2018, estos países dedicaron, en promedio, el 7,8% de su producto interno bruto (PIB) al pago de la deuda, en comparación con el 1,8% en salud, ¡Casi cuatro veces más! ¡Poco importa por tanto el estado deteriorado de los sistemas sanitarios, los reembolsos deben continuar a toda costa como en Haití, que acaba de verse afectada por el Coronavirus y que solo tendría cien camas de cuidados intensivos para una población de 12 millones de habitantes!

En 46 países clasificados como de “bajos ingresos”, el presupuesto anual asignado al pago de la deuda es cuatro veces mayor que el gasto público en el sector de la salud

Diez años después del terremoto que causó más de 230.000 muertes y la llegada del cólera que mató a más de 9.000 haitianos, ¿no sería criminal por parte de los acreedores continuar exigiendo el pago de la deuda haitiana y el cumplimiento del acuerdo con el FMI que impone al país reducir su déficit presupuestario? En términos más generales, frente a esta crisis de Coronavirus, ¿es normal que todos los países continúen pagando la deuda cuando la urgencia es liberar recursos humanos y financieros para salvar vidas? Formular la pregunta ya es responder. La suspensión de los pagos de la deuda (con la congelación de intereses) debería ser una de las medidas urgentes a tomar ante la pandemia.

 

NUEVAS DEUDAS PARA DETENER LA PANDEMIA

Sin embargo, el Banco Mundial y el FMI están haciendo todo lo contrario. En lugar de suspender los pagos, aumentan la deuda de los países que dicen ayudar. De los 64.000 millones de dólares en “ayuda” prometidos, casi todo es para préstamos, solo 400 millones de dólares (0.6% del total) podrían ser entregados a determinados países que cumplan criterios estrictos y con la condición expresa de que los fondos se utilicen para pagar las deudas del FMI que vayan venciendo.

Es la misma fórmula utilizada por estas instituciones internacionales para “ayudar” a Haití después del mortal terremoto de 2010, así como a tres países africanos (Guinea, Liberia y Sierra Leona) afectados por la epidemia de Ébola en 2014.

La suspensión de los pagos de la deuda (con la congelación de intereses) debería ser una de las medidas urgentes a tomar ante la pandemia

Hoy, estos cuatro países se enfrentan al Coronavirus. Todavía carecen de presupuestos vitales para enfrentar epidemias porque sus acreedores les obligan a reducir su déficit presupuestario para pagar una deuda insostenible que resulta, precisamente, de la intervención del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

 

ROMPER CON LA AUSTERIDAD

Si la aparición de los virus parece inevitable, sus consecuencias fatales no lo son, siempre que se dediquen recursos humanos y financieros. No hay duda de que las donaciones privadas hechas a hospitales no son suficientes y que las autoridades públicas deben refinanciarlos de manera imperativa.

Frente a la mercantilización de los cuidados de la salud, el fortalecimiento del servicio de sanidad pública y de los sistemas de protección social deben ser la prioridad de los gobiernos del Sur y del Norte. Ello requiere un aumento sostenible del gasto público, y detener la hemorragia de la fuga de capitales vinculada al pago de deudas ilegítimas, así como al fraude y la evasión fiscal. Todas éstas son medidas fundamentales para una nueva cooperación internacional que coloque la vida humana por encima de los intereses financieros.

Para lograrlo, es hora de liberarse de los grilletes dogmáticos promovidos por el FMI, el Banco Mundial y la Unión Europea. ¡Ojalá el Coronavirus sea el detonante de la ruptura con las políticas de austeridad!

Publicado originalmente en francés en La Libre.