El modelo para evitar que miles de botellas acaben en el mar (y que España no quiere)
Cada vez más países ven en el sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) una solución efectiva contra el abandono de basura. En el mundo se compran un millón de botellas de plástico cada minuto, pero menos de la mitad se reciclan.
René, un joven vecino de Colonia (Alemania) no da crédito a la expectación que ha levantado frente a un grupo de turistas que le observan a las puertas de un supermercado. “Esto aquí es muy habitual”, dice mientras la máquina donde acaba de dejar varias botellas vacías le devuelve un tique por valor de 1,50 euros.
René se refiere al sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR), un modelo de reciclaje de envases de bebidas que se instauró en el país en el año 2003 y que, a grandes rasgos, consiste en gravar envases de vidrio, plástico y latas que contengan cerveza, refresco o agua con una pequeña cantidad de dinero que sólo se recupera al devolver el envase para su reciclaje. El objetivo es doble: por un lado, evitar que miles de latas y botellas queden abandonadas en parques, playas o espacios naturales; por otro, sacar el mayor partido a todo ese material de buena calidad que los recicladores pagan a buen precio.
El éxito del sistema –que en Alemania y en otros países donde también se utiliza como Noruega, Dinamarca, Suecia o Finlandia ha conseguido tasas en el reciclaje de envases de este tipo de entre el 80 y el 98%- ha hecho que en los últimos meses varios organismos internacionales, entre ellos las Naciones Unidas o la Unión Europea, y multinacionales de la bebida como Coca-Cola o Tesco, hayan apoyado el modelo SDDR ante el enorme desafío medioambiental que supone la contaminación de los océanos. El último ha llegado del Parlamento Europeo, que en una resolución adoptada el pasado 16 de enero por 558 votos a favor y 25 en contra, instaba a la Comisión a “introducir un Sistema de Depósito global a nivel europeo para todos los envases de un solo uso”.
“Buena parte de la contaminación marina es plástico, sobre todo envases. Solo se recicla alrededor del 25% de todos los residuos plásticos y casi el 50% todavía se entierra en vertederos en la Unión Europea. Es demasiado”, advirtió hace unos meses el comisario de Medio Ambiente, Karmenu Vella, en una conferencia en Bruselas.
Aunque el sistema de depósito no es la solución definitiva para los 8 millones de toneladas de plástico que se estima que llegan al mar cada año, su implantación puede suponer un alivio considerable. Según una investigación del diario británico The Guardian, cada minuto se compran en todo el mundo un millón de botellas de plástico, y la cifra aumentará un 20% en 2021. Además, de todas las que se pusieron en el mercado en 2016, menos de la mitad se reciclaron y tan sólo un 7% se usaron para fabricar nuevas botellas.
“No hay ninguna otra forma de conseguir que ese consumo diario masivo que se hace de bebidas no acabe abandonado o quemado en vertederos”, dice Miquel Roset, director de Retorna, una plataforma integrada por la industria del reciclaje, ong ecologistas, sindicatos y asociaciones de consumidores que trabaja para implantar el sistema de depósito en España.
Un modelo diferente al español
Aquí, desde los años 90, se optó por el sistema integrado de gestión (SIG), que separa los residuos en los tradicionales contenedores de reciclaje amarillo, verde y azul y que está gestionado por Ecoembes y Ecovidrio, formadas por las empresas envasadoras, que están obligadas por ley a hacerse cargo del reciclaje de los envases que producen. Pero estas no son partidarias del SDDR.
“30 millones de envases acaban abandonados cada día en España”
“Los envases de bebidas, después de muchos años de trabajo, son justo lo que más se está reciclando en la actualidad. Su escaso alcance (8% de los envases) no puede ser la solución para resolver la situación de los residuos en España”, señala Ecoembes.
Roset defiende que el SDDR no pretende sustituir al contenedor amarillo, sino que funcionaría en paralelo a este y asegura que, pese a que se pretende minimizar el problema, “en España, de los 51 millones de envases de bebidas que se ponen cada día en el mercado, 30 millones acaban abandonados, incinerados o enterrados en vertederos”.
Lo cierto es que existen pocos datos oficiales de la cantidad de basura que acaba abandonada cada año en nuestro país, pero los que hay apuntan a una tasa importante de envases de bebidas. Las últimas estadísticas del Programa de Seguimiento de Basuras Marinas en Playas del Ministerio de Medio Ambiente sitúa a las botellas y garrafas de bebida de plástico en el octavo puesto de los objetos abandonados más encontrados en las 26 playas estudiadas. También en unas batidas realizadas por el proyecto Libera (puesto en marcha por Ecoembes y la ong SeoBirdlife) el pasado diciembre en 80 espacios naturales diferentes de la geografía española se recogieron un total 12.000 residuos, de los que un 32% eran de origen plástico y un 18% residuos metálicos.
Aún así, la implantación de un sistema de depósito para envases, al que pronto se sumarán nuevos países como Reino Unido, no termina de encajar en España. “Son pocas empresas las que están en contra, pero tienen mucho poder y una capacidad brutal de doblegar la voluntad de los políticos”, se queja Roset.
El intento más serio que ha habido hasta ahora por implantarlo ha sido el de la Generalitat valenciana, donde el Ejecutivo autonómico calcula que se abandonan unos 5 millones de envases diarios. Allí tendría que haber empezado a funcionar en 2018. Pero a su principal impulsor, el exsecretario de Medio Ambiente y Cambio Climático Julià Àlvaro, le ha costado el puesto.
Baleares era otra de las comunidades más interesadas. “Tenemos un problema serio con esto”, reconoce en conversación con Público Sebastià Sansó, director general de Calidad Ambiental y Residuos del Govern, que acaba de redactar un innovador anteproyecto de Ley para minimizar el impacto de la basura en las islas. El texto, que entre otras medidas limita la venta de botellas de agua de un solo uso, abre la posibilidad de desarrollar un sistema de depósito, aunque Sansò admite que es complejo.
La Agencia de Residuos de Catalunya, que ha estudiado la posibilidad de implantar este sistema en la región, concluyó que, en convivencia con el SIG, se conseguiría un reciclaje adicional de 41.296 toneladas de residuos, aumentando la tasa de reciclaje de envases de bebidas hasta el 94,95%.
Fuente: Lucía Villa (publico.es)