#DíaDelRefugiado 20 de junio. Nota de El Pueblo Que Queremos

Si algo ha demostrado esta pandemia es que la solidaridad no entiende de fronteras, que todas las personas, también las que necesitan refugio, desempeñamos un papel crucial para contribuir a crear una sociedad más justa, inclusiva y responsable, donde nadie se quede atrás o al margen…

Iñaki y Frenchy Ilustradores

Si algo ha demostrado esta pandemia es que la solidaridad no entiende de fronteras, que todas las personas, también las que necesitan refugio, desempeñamos un papel crucial para contribuir a crear una sociedad más justa, inclusiva y responsable, donde nadie se quede atrás o al margen.

Vivimos tiempos extraños, en los que todo el mundo necesita encontrar refugio de un virus. Más extraños aún para muchas personas que tienen que afrontar esta peligrosa pandemia lejos de su casa y de su gente, porque los tuvieron que abandonar debido a la guerra, la violencia o el hambre y al hacerlo sumergirse en un periplo de alto riesgo, muchas veces de la mano de sus hijos, algunos recién nacidos.

Iñaki y Frenchy Ilustradores

La solidaridad debe cobrar protagonismo para salvar al mundo y, sin embargo, el 84% de las personas desplazadas sólo encuentran refugio en países limítrofes, tan pobres como el suyo,  pero no en Europa ni en otros países ricos con mucha mayor capacidad.

 

La decisión vergonzante e indigna de los países de la UE de blindar las fronteras y no ofrecer vías legales para solicitar asilo provoca que la mayoría tenga que arriesgar su vida en el Mediterráneo, sortear vallas y alargar su penuria. Al menos 1.318 personas perdieron la vida solo en 2019 en sus aguas.

 

España sólo ofrece protección internacional a una de cada 20 personas de las que la solicitan, dato muy inferior a la media europea del 30%. Son al menos 124.000 personas las que siguen pendientes de una resolución de la que depende su vida. Una actitud intolerable para una sociedad cuyas experiencias emigrantes no están muy lejos, y que se presenta como solidaria y acogedora. Una respuesta miserable que debe cambiar, por lo que exigimos a nuestro gobierno mayor inteligencia, emocional y funcional.

 

Porque detrás de cada persona refugiada hay una historia, toda una vida y unos sueños que aún muchas esperan poder cumplir y tienen tanto derecho, como cualquiera de nosotras, a hacerlo.

 

 

Asociación vecinal El Pueblo Que Queremos de Las Rozas de Madrid