Más razones para conseguir, sí o sí, una BANCA PÚBLICA
¿Es de fiar la cuenta de resultados de un banco?
Más razones para conseguir, sí o sí, una BANCA PÚBLICA
La actividad bancaria no está hecha para ser privada. Los bancos, ahora y antes, tienen una rentabilidad de sus activos (sus inversiones) baja. Solamente asumiendo mucho riesgo y con la confianza de que el Estado no los dejará caer, pueden llegar a obtener una rentabilidad que satisfaga a los accionistas. Actualmente son los directivos de los bancos, con sus sueldos escandalosos, los que más interés tienen en que no haya una banca pública.
Todos los años, a finales de enero empiezan a aparecer en los periódicos los resultados anuales de los bancos con el mensaje, escondido, de que el banco que gane más es el mejor. Pero ¿lo más importante para un banco es ganar mucho dinero? La respuesta es que para un banco privado es imprescindible. Si no tendrían que cerrar y el sistema bancario se volvería inestable y propiciaría una crisis financiera. Esta realidad es una razón irrebatible a favor de la banca pública. La banca pública puede ser muy solvente y dar un magnifico servicio a los ahorradores sin necesidad de tener una alta rentabilidad.
Los bancos privados necesitan para sobrevivir una rentabilidad de sus fondos propios (ROE) superior a lo que se llama coste del capital, que se sitúa entre un 8% y el 9%. Si no se alcanza esa cifra, los inversores no tienen interés por el banco. Al ser usual repartir entre los accionistas el 50% de los beneficios, la rentabilidad del 4% por su dinero no es suficiente.
La cuenta de resultados de un banco.
La Cuenta de Resultados de un banco sirve para conocer los resultados de un banco: en ella se refleja tanto el resultado final (resultado después de impuestos) como los resultados parciales del banco. O sea, las ganancias si las hay o las pérdidas en caso contrario. Y ese resultado final es un dato muy importante para una compañía que cotiza en bolsa. Por eso las empresas y los bancos tratarán de “maquillar” los resultados negativos.
Una forma intuitiva de calcular el resultado de un banco es conocer todos sus ingresos y sumarlos y a esta suma, restarle la suma de todos los gastos. Pero para saber qué actividades del banco generan ingresos suficientes y qué gastos son razonables, la cuenta de resultados se ordena juntando ingresos y gastos de la misma naturaleza, por fases . De esa manera, se va calculando una cascada de beneficios parciales.
La banca realmente pública que queremos es una banca minorista, destinada a ofrecer servicios bancarios de calidad: a los ahorradores, a los que quieran pedir una hipoteca para comprarse una vivienda y a las pequeñas y medianas empresas que necesitan financiación para desarrollar su negocio. En este tipo de bancos, la cuenta de resultados es mucho más sencilla y fácil de entender por un ciudadano de a pié. En ella nos fijaremos, sobre todo, en dos cuentas: el margen de intereses y las comisiones que son los ingresos básicos de la actividad bancaria. La primera es el beneficio obtenido por la actividad crediticia de cobrar y pagar intereses y la segunda, el obtenido por los cobros y pagos por los servicios que ofrece o demanda el banco. Bueno, pues la suma de estas dos cuentas (y otros ingresos menos importantes) tiene que ser suficiente para pagar a los trabajadores (¡y a los directivos!), para los gastos generales, para guardar fondos que amorticen el inmovilizado del año (y reponerlo cuando ya no valga) y para dotar las provisiones de los préstamos fallidos. Este beneficio sería el llamado beneficio de actividades de explotación. A esta cantidad se le resta lo que se paga por impuestos (y antes algún resultado extraordinario) y llegamos al resultado después de impuestos, que es la cifra que aparece en los periódicos.
Ni que decir tiene que los bancos universales y globalizados tienen una cuenta de resultados muchísimo más complicada.
Además, una banca pública minorista es mucho más fácil de supervisar.
Una banca pública de este estilo es mucho más fácil de supervisar. Porque los grandes riesgos de los grandes bancos están sobre todo en los balances de las grandes empresas a las que han financiado; en los mercados institucionales, de donde obtienen gran parte de la financiación (y que huye si la rentabilidad del banco es baja) y en la banca en la sombra, que son todas las sociedades creadas por los grandes bancos para especular con productos financieros opacos (que no están sujetas al control de los bancos centrales).
El debate de la rentabilidad.
La rentabilidad da más información que los beneficios: la rentabilidad se calcula dividiendo el beneficio obtenido entre el dinero invertido. A través de la cuenta de resultados, se pueden calcular dos tipos de rentabilidades de un banco (que aparecen en la página de “Datos relevantes” dentro del Informe de Gestión).
Una es la rentabilidad del negocio bancario llamada ROA. Esa debería ser la más importante. Es la que nos indica si la actividad del banco es viable; si el negocio da algún beneficio. Pero esta rentabilidad en los bancos es pequeña. Una rentabilidad pequeña es suficiente para un banco público, que no tiene que repartir dividendos. A éste debe preocuparle sobre todo dar un buen servicio y ser solvente, para garantizar que los ahorradores tengan seguros sus ahorros. Esta es otra razón de por qué la actividad bancaria debe ser un servicio público.
La otra rentabilidad es el ROE: la rentabilidad de los fondos puestos por los accionistas. Y ésta es la variable más importante para los bancos privados: el ROE máximo. Es la que miran los mercados para ver donde ponen su dinero. Y la banca privada centra su actividad en ella: si no es suficiente, nadie querrá unas acciones por las que apenas cobran dividendos. La banca privada es rehén de su rentabilidad. Y para que ésta suba, hacen aumentar sus beneficios con operaciones arriesgadas de activo y aumentando su pasivo.
La rentabilidad media europea, calculada tras las pruebas de transparencia de la EBA (Autoridad Bancaria Europea) de 2016, ha sido del 5% y la española de 5,6%2, ambas por debajo del llamado coste de capital (8% -9%). Estas cifras envalentonan a los bancos privados, que ya están presionando para aflojar los requerimientos de Basilea III y las exigencia de provisiones que iba a exigir la EBA para las refinanciaciones.
Las propuestas del FMI, de la EBA y del BCE son siempre las mismas: recortar plantilla y otros gastos o fusionarse, con lo que el tamaño de los bancos aumenta y convierte en peligroso dejarlos caer. Todo ello para salvarlos de su “baja” rentabilidad, “que puede ser obstáculo para sostener el crecimiento″.
¿Son los bancos privados, y en muchos casos sistémicos, la solución a los problemas del crédito? Evidentemente la solución no está ahí. La solución está es una verdadera banca pública ética, sostenible y con control parlamentario y social. Por eso queremos que Bankia y Banco Mare Nostrum sean definitivamente públicas y no se vendan.
Hay otras variables que no se tienen en cuenta en los bancos privados.
La banca ética que opera en España destaca por su alta ratio de solvencia (Cet 1,19%, para Triodos Bank) y su baja morosidad (2,76% para FIARE – Banco Popolare Ético) en las cuentas de 2015 e informan de su balance social. En concreto, para FIARE los datos más relevantes de este balance son: relación sueldo máx/min( 4.687);aumento de personal laboral; evaluaciones sociales; evaluaciones a proveedores; horas de formación ofrecidas por trabajador; millones de euros en microcréditos; consumo eléctrico en energías renovables…Una banca pública también tiene que presentar su balance social y ¡sin necesidad de accionistas!.