¿Noticias falsas? “La amenaza es el Estado”. Entrevista con Emmanuel Todd
El mayor productor de “fake news” [“noticias falsas”] no es quien se cree, responde al semanario francés L´Obs el historiador Emmanuel Todd, que se inquieta por las tendencias autoritarias en la cima del poder en declaraciones recogidas por la periodista Marie Lemonnier .
El gobierno francés ha anunciado una ley de fiabilidad y de confianza de la información para luchar contra las “fake news”. ¿Qué piensa usted de ello?
Me siento muy inquieto. Lo que me sorprende en el periodo actual, cuando se supone que vivimos la apoteosis de la democracia liberal tras el hundimiento de los totalitarismos, es el encogimiento de los espacios de expresión y de la libertad de pensamiento.
La libertad, desde la Edad Media, se ha definido en primer lugar contra la Iglesia y, luego, contra el Estado. Decir que el Estado va a garantizar la libertad de expresión ¡es un oxímoron histórico! Y me siento particularmente inquieto en el caso de Francia, en tanto que historiador, puesta que se muestra ambivalente en su relación con la libertad: es al mismo tiempo una de las naciones que han construido la democracia liberal, con Inglaterra y los Estados Unidos, y el país del absolutismo de Luis XIV, de Napoleón I y Napoleón III, de Pétain y de la ORTF [Oficina de Radiodifusión-Televisión Francesa, el organismo radiotelevisivo público de Francia entre 1964 y 1974].
Ahora bien, estamos viviendo una desintegración de los partidos y de la representación política. Los grupos culturales e ideológicos antagonistas que garantizaban un pluralismo estructural de la información (el PC, la Iglesia, el socialismo moderado, el gaullismo…) han hecho implosión. El pluralismo no está, por tanto, garantizado y los medios representan cada vez más una masa indistinta. Se trata típicamente de una clase de situación en la que puede aparecer el Estado como máquina autónoma y colocarse por encima de la sociedad para controlarla. La amenaza que veo dibujarse no es la de las “fake news” sino la del autoritarismo de Estado y su autonomización en tanto que agente de control de la opinión. Será tanto más autoritario en el plano de la información en la medida en que se revele impotente en el plano económico: la sociedad está bloqueada, con una tasa de paro que oscila en torno al 10%, y cada vez más fragmentada en grupos que se cierran sobre si mismos (los corsos, los habitantes de Neuillly, lo mismo que los musulmanes).
Las GAFAM [acrónimo que engloba a las cinco grandes de la Red: Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft ], que son ahora vehículos primordiales de información, ¿no representan también un peligro?
Que las GAFAM no paguen los impuestos que deberían, que tengan estrategias monopolistas, sí, desde luego. Pero no creo que estos medios de intercambio entre individuos, por otro lado extraordinarios en lo que respecta a hacer circular la información, sean los poderes ocultos que se nos describe. Lo que digo, por el contrario, es que hay países en los que está controlado el acceso a Internet, como China, un Estado semi o post-totalitario en el que reina la policía.
Llamar la atención sobre las GAFAM es desviar la atención del actor mayor y productor principal de “fake news” en la Historia, que es el Estado. Como estamos en una economía de mercado, los franceses sobreestiman el liberalismo intrínseco de su sociedad y subestiman el poder de desinformación del Estado. La guerra de Irak comenzó, mira por dónde, por las “fake news” que provenían del Estado norteamericano sobre las armas de destrucción masiva en Irak, con Colin Powell agitando su frasquito ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
El Estado es que tiene el poder financiero, la ventaja de la continuidad, el monopolio de la violencia legítima: si es cierto que hay un productor de “fake news” es el Estado. Y el Estado del propio país, no los estados exteriores. El principio fundador de la democracia liberal es, en efecto, que si la colectividad ha de garantizar la seguridad del ciudadano, el ciudadano debe estar protegido frente a su propio Estado.
Por ende, las noticias falsas, los delirios y los rumores mentirosos son el nunca acabar de la vida democrática. Y la idea misma de la democracia liberal consiste en apostar por que los hombres no son niños para siempre. Controlar la información es infantilizar al ciudadano.
¿Qué indica una ley sobre “fake news”?
En el fondo, este debate nos hace pensar en clases dirigentes con una gran desesperación intelectual. Como ya no comprenden la realidad que han creado, el comportamiento de los electorados, Trumpo, el Brexit…quieren prohibir. No contento con disponer del monopolio de la violencia legítima, el Estado querría garantizarse el monopolio de las “fake news”.
Fuente: L´Obs, nº 2782, del 1 al 7 de marzo